“Se ha discutido la posibilidad de que fuera hijo bastardo del duque de Osuna”(625)
“[…] en 1600, aparece en el convento de Guadalajara como novicio, profesando como mercedario el 21 de enero de 1601; estudia artes y teología en Toledo, ciudad en la que reside entre 1604 y 1616. Se ordena sacerdote hacia 1606; en 1614 se encontraba desterrado en Aragón, tal vez a causa de sus sátiras contra la nobleza; en 1616 marcha a predicar a Santo Domingo, donde permanece durante tres años”(625)
--“en 1606 ya había compuesto «El vergonzoso en Palacio», aunque su fama literaria aún no se había consolidado […] Tras su vuelta de América reside en Madrid hasta 1625, cuando hubo de salir hacia Sevilla desterrado y acusado de escándalo por sus ‘comedias profanas’. La prohibición de escribir este tipo de comedias le llevó a la composición de obras morales como «El condenado por desconfiado» y «El burlador de Sevilla»”(625).
--“Entre 1626 y 1629 actúa como comendador del convento de Trujillo, época en la que gestaría su ‘Trilogía de los Pizarro’. En 1632 es nombrado cronista de la Orden y se traslada a Madrid; su labor histórica le aparta algo del teatro, aunque en esos años aparecen sus comedias editadas y prolongadas por un supuesto sobrino, don Francisco Lucas de Ávila, quien, según sospechan algunos críticos, era el propio Tirso. La «Segunda parte de las comedias de Tirso de Molina (Madrid, 1635) sólo contenía, según testimonio del propio dramaturgo, cuatro comedias suyas, de las doce que completaban el volumen. En 1640 es confinado a Cuenca por motivos disciplinarios; en 1645 es elegido comendador del convento de Soria, y en 1647 se traslada al de Almazán, donde muere en febrero de 1648”(625)
--muy buen historiador y novelista
--sin embargo, “[…]la parte más importante de la producción literaria de Tirso es sin duda su teatro; tanto su fecundidad como la calidad de sus textos, aproximan mucho los méritos dramáticos del mercedario a los de Lope de Vega, su maestro e inspirador. A pesar de que su labor literaria sufrió diferentes interrupciones, y que sólo durante quince años se dedicó al teatro con intensidad, el corpus dramático de Tirso estuvo compuesto por varios cientos de obras, aunque muchas se han perdido (de las cuatrocientas que se le atribuyen, se conocen tan sólo unas sesenta).”(625)
--En sus obras “[…] aparte de observarse el inevitable influjo lopista, predominan rasgos de gran personalidad literaria, de genio único e independiente. La sólida formación teológica se deja traslucir en igual medida que el interés por el estudio de la realidad; la sátira social convive en las obras de Tirso con la profundidad psicológica de sus caracteres (especialmente los femeninos). Dotados de una gran perfección dramática (en cuanto a la estructura y al planteamiento y resolución de los conflictos), así como de un excelente dominio del lenguaje, muchos de sus dramas se cuentan entre los mejores de todo el teatro aurisecular. Cultivó Tirso todo tipo de subgéneros teatrales, aunque sus mayores aciertos los consiguió (además de con algunos títulos antes citados) con las comedias de santos (la trilogía de «Santa Juana», por ejemplo) y, sobre todo, con las de enredo, escribiendo obras maestras como «Don Gil de las calzas verdes» o «El vergonzoso en Palacio»”(625-626)